Hay un punto, un estado, en el que el caminar traspasa una frontera perceptible; ya no se tienen ganas de parar, ya sólo quiero seguir caminando, caminando, caminando, ha dejado de importar adónde o por qué, en qué dirección, el caminar se me ha subido a la cabeza, una embriaguez, la embriaguez de la libertad; puedes ir a donde quieras, tan lejos como quieras, puede que camines tan lejos que resulte difícil volver a lo que es normal, a lo que era antes, a un trabajo, ¿un hogar? Se camina hacia algo nuevo, se ha embarcado en una larga peregrinación. ¿Por qué interrumpirla? ¿Por qué no seguir? ¿Hacia qué? ¿Hacia quién? ¿Hacia dónde? No lo sabemos. Caminamos.
- Ben Irvine, Einstein y el arte de montar en bicicleta.
- Erling Kagge, Caminant pas a pas.