Estamos en las montañas y las montañas están también en nuestro interior, caldeando nuestro entusiasmo, haciendo que cada uno de nuestros nervios vibre, llenando cada uno de nuestros poros y células. Nuestro habitáculo de carne y hueso parece transparente como el cristal ante la belleza que nos rodea, como si fuera inseparable de esta belleza y vibrara junto con los árboles, el viento, los arroyos, las rocas y los rayos del sol. Como si fuéramos parte de la naturaleza, ni jóvenes ni viejos, ni enfermos ni saludables, simplemente inmortales.

John Muir, Escritos sobre naturaleza.

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