La lejanía y la larga oscuridad deparan sorpresas con las que uno no se toparía de otro modo con tanta claridad. ¿Quién puede saber que en la noche absoluta, sin el estímulo y el eco de otras personas, se puede llegar hasta el final del propio yo?¿Dónde empieza y termina uno mismo? ¿Dónde está la vida? No hay respuestas, nada. Con terror incomparable, uno se encuentra abismado al propio vacío. A lo mejor, la experiencia de este aislamiento definitivo es lo único que hace que uno se dé por vencido y, en consecuencia, pueda experimentar la verdad(...)Todo el paisaje estaba impregnado por una presencia sublime, claramente perceptible, que no dejaba lugar al miedo.
Christiane Ritter.Una mujer en la noche polar.